sábado, 29 de enero de 2011

El peregrino II

[...] De camino a la cabaña solían cantar la canción del soldado. La historia de un paracaidista que escribe a su madre una carta para informarle de la última y mala experiencia. Era de noche y el cielo estaba estrellado, pero eso no quitaba el horror de una guerra civil. Todos los soldados de la Octava Compañía estaban en guardia, preparados para el aviso del general. Sólo se podía escuchar el sonido de sus respiraciones Un simple movimiento, una llamada, un grito haría que empezaran a abrir fuego. El enemigo estaba cerca, pocos metros los separaban. Y el grito de guerra estalló. Dispararon sin apuntar, defendiendo sus vidas. Algunos más patrióticos salían a por todas y morían en el intento. Ruido, fuego, sangre, dolor. El paracaidista cumplió con su deber con el arma en las manos apretó el gatillo y la bala terminó en el cuerpo de un soldado del otro bando. De repente, una luz iluminó el cuerpo de ese hombre. No podía ser, sus ojos no podían mostrarle eso. Salió hacia el otro lado de la trinchera. No tenía miedo de que lo mataran, él ya le había arrebatado la vida a un compañero, un amigo de la infancia con quien compartía juegos inocentes.
- Qué es esto? - Preguntó Arturo cortando los últimos versos de la canción. Se agachó y recogió un sobre del húmedo suelo - ¿Será la carta del soldado?
- No, eso no puede ser. Es una simple canción. - Pepín miró alrededor de la cabaña por si había alguien - El sobre no está muy mojado. Quien lo haya perdido no debe estar muy lejos. ¿Y si está en nuestro cobijo?
- No creo que un sobre quede apoyado si le ha caído a alguien. Mirad, viene firmado. Pone... el peregrino.
El corazón de Mauro dio un vuelco al escuchar esas dos últimas palabras. La concha que había encontrado al lado del río tenía algo que ver con ese tal peregrino, no podía ser una simple casualidad.
- Mauro, ¿te encuentras bien? Estás un poco pálido. Venga, te acompañamos a casa. [...]

miércoles, 26 de enero de 2011

Puedes mejorar, sí.

Hoy toca dedicar una bonita publicación a la persona que desaprovecha su tiempo a poner puedes mejorar a todas las entradas.
Bien, sólo decirle que si quiere ofenderme no va a conseguirlo, es una tontería intentar eso, puede atacarme de otras formas. La "votación" está para que aprenda de aquello que mi parte creativa no ha sabido expresar ese día.
Si tiene algo que decir, por favor, deje un comentario, mis palabras no muerden y la de los demás por ahora tampoco.
Pero bueno, agradezco su visita en el blog, aunque sea sólo para depositar un voto que no sirve de mucho (la gente suele comentarme vía mensajería instantánea qué les ha parecido).

Gracias por dedicar parte de su tiempo a leerlo, si es que se ha atrevido.


Quiero añadir:
Escribo porque me apetece, porque ayuda a memorizar, a saber hablar, escribir coherentemente y es un buen ejercicio para dejar de cometer faltas de ortografía, que siendo catalana y de raíces leonesas aún hay cosillas que se me escapan.

jueves, 20 de enero de 2011

II tongada d'exàmens

Estamos de exámenes... ¡Hasta el 9 de febrero!
Sacaré tiempo para entrar a cotillear, leer y publicar; no puedo vivir sin ello.
Los borradores me llaman para que los termine y los suba. Me cuesta seguir escribiendo aquello que tengo empezado, pero debo terminarlos por mi bien.

Hasta otra seguidores fieles.


"Si mis labios no pueden decirte que te amo, quiero que mi corazón lo repita cuantas veces yo respire."
Ángeles González

jueves, 13 de enero de 2011

C'est fini

Por fin me ha salido el último soplo, he aguantado hasta el final y mañana es el día en que me "olvidaré" un poco de él.
Le he dedicado muchas horas durante el verano y algunas que no debería desde que empezó el curso. Me ha dado algunos dolores de cabeza y ha intentado volverme loca, pero es algo que he creado y he hecho mío con dedicación, paciencia y cariño.
Ahí se queda: hecho y resuelto. Quizás no esté bien del todo, muchos fallos he corregido el último día, pero nadie es perfecto.
Ahora queda un fin de semana de "fiesta" y, de nuevo, trabajos y exámenes sin descanso ni fin.


Al final todo termina y sólo queda un recuerdo, un soplo del pasado.

(Acuérdate de esta frase, en los próximos meses te darás cuenta, la persona a quien se lo digo ya sabe qué quiero decir)

miércoles, 12 de enero de 2011

El peregrino I

Capítulo I

En mitad de la noche, una sombra se asomó por la ventana de la habitación de Mauro desde la calle. Empezó a tocar el cristal para despertar al niño que dormía tranquilamente después de que su madre lo acostara. La figura insistió hasta que el chico se dio la vuelta y escondió los pies que tenía al descubierto. Los golpes en el cristal no cedían y se asustó. No le gustaba la noche, pero si era su gata Marusi quien quería entrar se levantaba, ponía los pies en el frío suelo y abría la ventana. Entonces, la dulce felina dejaba atrás el cristal que la separaba del interior de la casa y, poniendo sus patas encima de la mesa, bajaba por la silla sigilosamente. Cuando ya estaba en el suelo, ronroneaba, subía encima de la cama, abría un hueco entre las mantas, daba dos vueltas y se acomodaba. Mauro aprovechaba el sitio libre que le quedaba para tumbarse y reconciliar el sueño interrumpido.

Cuando se levantaba por la mañana, sus hermanos y su padre ya estaban de camino al trabajo y su madre le tenía preparada la mochila para ir al colegio. Lo acompañaba a la puerta.

– Mauro, ten mucho cuidado por el camino.

– Sí, mamá, no te preocupes. – Decía el pequeño mientras se ponía la bufanda y el gorro de lana.

Por el camino quedaba con sus amigos Pepín y Arturo para seguir caminando hacia el colegio. Les gustaba hacer bolas de nieve y estamparlas contra los árboles pero, al final, terminaban tirándoselas entre ellos. El trayecto les duraba media hora andando por un sendero al lado del río Esla.

Al llegar a la escuela, la Hermana Elena esperaba a los niños para empezar las clases y servirles el desayuno que consistía en un vaso de leche en polvo. […]

domingo, 9 de enero de 2011

El señor Kauling

(Entrada publicada en el blog CIBERESCENA el miércoles 17 de marzo de 2010)

Aunque era admirado por empresas de todo el mundo, el señor Kauling, no era feliz. Su padre le obligó a estudiar economía para llegar a ser un gran director de la famosísima Casa Bum. Él, sin embargo, quería ser artísta.
Soñaba con crear y expresar lo que sentía a un público pero no tenía el apoyo de su familia. Le tocó estudiar mucho para cumplir un no-sueño.
Abrió la puerta del despacho y cruzó el pasillo saludando con un muy buenos días y una sonrisa en la boca a los empleados, los cuales se quedaron fascinados porque nunca había hecho algo así. Era un tipo bastante antipático, la verdad. Bajó a comprar tabaco en la máquina del bar de al lado y se lo regaló con la misma sonrisa al tipo que más odiaba de la oficina. Mauricio, impresionado por la reacción de Kauling, no quiso preguntarle nada para no estropear el momento. Qué tipo más raro, pensó sin dejar su trabajo.
Entonces, Kauling subió hasta el tejado observando el mundo con el que no se sentía identificado. Quería irse. Él allí ya no hacía nada más. Lo odiaba. Odiaba su vida y su trabajo. No tenía sueños porque se los destruyeron en su momento. Ya no había nada que hacer. Lo tenía muy claro. Era su única salida. Con los ojos cerrados empezó a cantar la nana como su madre hacía por las noches. Echa de menos a la única mujer que ha querido y sabe perfectamente que no puede hacer nada al respecto para volverla a la vida. Abrió los ojos, se acercó al bordillo del tejado y se lanzó.
En su corazón ya no quedaba espacio. El vacío lo ocupaba.

Hic et nunc

Andaba por un camino sin fin lleno de piedras y descalzo. Alrededor no había nada, no podías tomar una decisión. Aquello era seguir o seguir. Un paisaje poco claro, algo borroso, en el que sólo se apreciaba la senda y lo demás no existía. Atraía su dibujo, dejaba una sensación de libertad, pero al fin y al cabo, la soledad ocupaba tres cuartos del espacio.
El sentimiento era extraño. Llegas a la conclusión de que no todo puede complacerte en esta vida...
Pero despiertas del sueño, te encuentras a salvo en la cama. Intentas levantarte tranquilamente pero notas una dolor en los brazos y una tensión en las piernas que no deja moverte. Quieres apoyar los pies en el frío suelo pero te escuecen. No son los que veías todos los días sino otros sucios, desgarrados y con rastro de sangre, como si hubiesen estado sustituidos. Sí, has estado andando por el suelo del sueño, por el camino lleno de piedras y cadáveres humanos.



Modificado.
(Ciberescena, sábado 1 de mayo de 2010)

lunes, 3 de enero de 2011

Avance de "El peregrino"



Regresando a casa, Mauro encuentra una concha con un agujero y la pone junto a la medalla de la cadena que le regaló su madre.

Al día siguiente, él y sus amigos, fueron a la cabaña construida con madera y ramas secas al lado del río Esla donde encontraron una carta firmada por “El peregrino”. En ella pide ayuda a los tres chicos. ¿Qué le pasa al peregrino? ¿Será cierto lo que está escrito en ella? ¿Estarán a salvo los niños?






Fotografía de Iker Mintegui

http://imilas.blogspot.com

sábado, 1 de enero de 2011

Sonido lavadora


Su cabeza está vacía,
sólo respira, sólo mira.
Atada agoniza de dolor,
el ruido la destruye
como su primer desamor.

Sigue sentada en la silla,
la gente la observa, ella odia.
Todos los días su cabeza escucha
sonido lavadora*.

Destruye la pantalla
que la ha tenido engañada.
Se levanta, no se asusta,
sí desprecia.

En el agua un reflejo de alguien nuevo.
Ahora es ella quien negocia la vida de los demás,
quien pinta las rayas en el suelo.





*Sonido lavadora: Aquello impuesto desde la pantalla que no desprende ningún tipo de interés hacia ella.