domingo, 16 de mayo de 2010

Una rosa Blanca.

Ella. Pureza, juventud. Regalo de la naturaleza. Una flor. Una flor blanca y fresca. Bueno, lo era. Hasta que la han cortado. Podía haberse quedado allí, junto a sus hermanas, mirando como sus pétalos se despegaban de ella, pero el destino no lo ha querido así.
Ahora Ella será objeto para mostrar el cariño hacia alguna persona.
Una rosa blanca. Era mi rosa blanca. La que visitaba todos los días. No quiero que alguien se la quede sin quererla como lo hice yo desde que brotó del rosal. Voy a por Ella. Que no se la lleven, por favor.
Disculpe, señor... Me gustaría quedarme con Ella. Si quiere que le pague, lo haré. Sí, es para mí. Muchas gracias.
Una simple rosa, ha dicho. No, no lo es. Es Ella. Antes he dicho que era mi rosa blanca pero, ¿y si Ella no lo ve así? No dice nada. Al contrario, parece que le gusto. Sabe que no la tiraré por ahí, la cuidaré hasta que se marchite. Suena raro pero, la quiero y la he querido desde siempre, sentado en aquel banco de madera sin repasar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario